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Este libro está escrito con la voluntad de muchas mujeres, y la colaboración de algunos hombres. Para que Alicia Goyena no sea solamente un nombre, es necesario que todos sepamos el lugar que esta educadora tiene en la historia de la docencia uruguaya; cómo fundó y sostuvo una línea educativa específica para el género, actuando mediante una “discriminación positiva” hasta lograr los correctivos necesarios que colocaran a la mujer en un plano de igualdad intelectual con el hombre. Altamente comprometida con las posiciones batllistas respecto al papel de la educación, seguidora del ideario de Carlos Vaz Ferreira en su filosofía educativa, Alicia Goyena desarrolló una gestión de dirección y orientación de sello personal, guiada por un claro norte: abatir el desnivel cultural de las mujeres. Desde la posguerra, hasta 1977, contribuyó a formar varias generaciones de mujeres, preparándolas para la vida contemporánea y las exigencias de un mercado laboral, cada vez más complejo, que demandaba la presencia femenina.
Testigo de los vertiginosos cambios del S. XX, inicia su contacto con el universo femenino de la educación de la época en la Universidad de Mujeres, para convertirse luego, en conductora del Instituto Batlle y Ordóñez. Desde allí, a través de una atención personalizada de las alumnas, con una intervención directa en cada caso problemático, cambió el destino de miles de mujeres. Ajena a toda soberbia discursiva, Alicia Goyena escribió poco e hizo mucho. Esta fue la mayor dificultad que hallamos, penetrar la barrera de silencio que la educadora trazó en torno a su fecunda labor, y con una metodología casi arqueológica, debimos ir reconstruyendo las huellas de su acción. En esta es que se depositan sus posturas educativas, que quizás no se consignaron por escrito debido al prurito que, ante la reflexión de los específicos problemas femeninos, pudieron tener las mujeres de su generación.
Prof. Margarita Ferro.