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Los movimientos de innovación pedagógica, se encaminan a la formación de personas íntegras, competentes y capaces de desarrollar competencias básicas, personales y profesionales: aprender a aprender, aprender a cooperar, aprender a comunicar, aprender a gestionar las emociones, desarrollar el sentido crítico, y desarrollar la motivac ión intrínseca. Se propone una serie de condicionantes en la planificación y desarrollo del proceso formativo: el estudiante debe ser activo y autónomo en la construcción de su propio conocimiento; la enseñanza debe fomentar aprendizajes no solo conceptuales, exige aprendizajes procedimentales y actitudinales; es necesario desarrollar las competencias que le permitan a los estudiantes desenvolverse creativa y adecuadamente en su entorno, promoviendo situaciones significativas en condiciones "similares" al contexto real, es decir, colaboración, experimentación, resolución de conflictos y toma de decisiones, entre otras. (Monereo & Pozo, 2003). Dicho de otra manera: el tradicional currículo centrado en la acumulación de “saberes” conceptuales, pierde protagonismo en favor de un currículo orientado a la aplicación del conocimiento en situaciones que permitan su práctica, en contextos concretos, “de tal modo que el saber se convierta en un verdadero instrumento para la acción” (Garagorri, 2007, p. 49)
Prof. Ángela Sosa y Silvia Capote.